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Secretos para aprender idiomas (I)

Como lo prometido es deuda y hemos tenido muchas peticiones para que hablemos sobre el aprendizaje de los idiomas, comenzamos hoy esta pequeña serie de “secretos” que seguramente os será útil y que podréis aplicar directamente al estudio.




Cualquiera que haya tenido la experiencia de estar solo en un país extranjero en el que se habla otro idioma habrá constatado que en pocas semanas ha aprendido más que en muchos meses en clase. Así, en poco tiempo, seguramente ha podido utilizar frases hechas, estructuras básicas y vocabulario suficiente para una comunicación más o menos fluida con su entorno.

¿Por qué ocurre esto?

Como en toda realidad compleja existen muchísimas razones. Hoy nos ocuparemos de una de ellas. No es la más importante, pero por su aplicación práctica, sencilla e inmediata, la hemos escogido para comenzar esta serie. Esta razón ha sido un pilar fundamental que ha servido como base para muchos métodos de aprendizaje de idiomas, entre ellos el llamado “superaprendizaje” o “superlearning”, derivación de la sugestopedia.

Entonces, ¿se pueden conocer estos mecanismos que actúan cuando estamos en otros países y, lo que es más importante, utilizarlos a la hora de estudiar idiomas aunque estemos muy lejos de Londres, París, Berlín, Lisboa…?

Por supuesto que sí. Hoy compartiremos con vosotros uno de esos secretos y os diremos cómo podéis aplicar este conocimiento de inmediato al estudio para mejorar los resultados.

A la pregunta: ¿qué hace que aprendamos otro idioma más fácilmente en el país de origen? se suele responder de varias maneras. Algunos dicen que esto ocurre porque estamos continuamente “escuchando” el idioma, otros dicen que estamos obligados a comunicarnos, otros que repetimos más las frases… Y lo cierto es que en cada una de esas respuestas se esconden verdades más profundas.

Prestad atención al primer secreto que queremos compartir con vosotros. Se trata de…

La ley del “medio segundo” 

¿Qué dice la ley del medio segundo? La ley del medio segundo dice que el cerebro asocia las cadenas de sonidos con los significados en menos de medio segundo o no las asocia en absoluto.

Pensemos en las clases de idiomas de antaño. Los profesores escribían en la pizarra la frase en inglés y a continuación la frase en español. O pronunciaban la frase en inglés y, acto seguido, decían lo que significaba la frase en español. O las dos cosas… De manera tal que entre la frase en inglés y la frase en español había más de un segundo. Afortunadamente, los métodos de aprendizaje de idiomas han evolucionado mucho en los últimos años dentro del sistema educativo. Ahora ya no existen profesores que “traducen” las frases en clase como antaño. Pero lo cierto es que muchas veces recuperamos en casa a la hora de estudiar los malos hábitos del pasado.

Cuando visitamos un país extranjero en el que se habla el idioma que queremos aprender, las frases se relacionan de manera inmediata con su significado. Por ejemplo, vamos a una panadería y pedimos el pan. En el mismo momento en que pronunciamos la frase, sin pensar en ningún momento en nuestro idioma, estamos completamente concentrados en el significado. Por lo que el cerebro asimila rápidamente la información.

¿Y cómo aplicarlo al estudio?

El truco consiste en escuchar la frase y pronunciarla (con cuidado de que la pronunciación sea correcta) ejecutando o teatralizando el contenido, como si estuviéramos en esa situación en la realidad. ¿Y por qué tiene tanta importancia que “teatralicemos”? Porque hoy sabemos gracias a los estudios de la psicología que el movimiento está íntimamente ligado a los procesos de aprendizaje.

¿Qué pasa con los conceptos complejos o abstractos?

Lo primero es una obviedad: hay que saber lo que significan. Por ejemplo, no vale de nada querer aprender la palabra “gorgeous” sin saber que significa espléndido, maravilloso o asombroso.

Lo segundo es poner la palabra en una frase. Aquí la recomendación es que jamás, jamás se inventen las frases. Aprender una palabra dentro de una frase mal escrita puede ser desastroso. ¿Por qué poner la palabra dentro de una frase? Porque las frases tienen sentido completo, lo que facilita la retención.

Lo tercero sería pronunciar la frase imaginando que estamos en una situación real, con la entonación y los movimientos que utilizaríamos en ese momento. ¿Cómo sabemos que lo hemos retenido a corto plazo? Cuando, al pensar en la situación, nos venga a la mente de inmediato la frase en el otro idioma.

¿Y a largo plazo?

Presta atención a los siguientes posts, en los que hablaremos de ello.

En resumen:

Para aprender más rápidamente nuevas palabras en otro idioma, ponlas en frases y teatraliza el significado mientras pronuncias las frases con la entonación adecuada.

Sugerencias:

¡Utiliza herramientas de Internet para aprender frases correctas y para estar seguro de la pronunciación! Mira tus películas favoritas en versión original y apréndete los diálogos. Contacta con personas que quieran hacer intercambios lingüísticos contigo y queda por Skype; así puedes tener clases gratuitas de conversación con nativos. Y, por supuesto: viaja, viaja, viaja...


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